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martes, mayo 14, 2024
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El desafío de educar a puertas cerradas

Luego de 46 días de aislamiento social, preventivo y obligatorio, tanto profesores, alumnos, directivos y padres, buscan la manera de poder mantener el sistema educativo • Ante un situación sin precedentes, la necesidad de no perder a nadie en el camino se vuelve prioritaria.

A principios del mes de marzo, miles de chicos y chicas de todo el país comenzaban un ciclo lectivo más. Pero a los pocos días, el Covid 19 se iba a hacer presente en nuestras vidas, modificando todo lo conocido, obligándonos a recluirnos en nuestras casas para preservar la salud.

Esta situación nos llevó a reinventarnos, a tratar de seguir con la cotidianeidad de todos los días, pero bajo las normas de lo que es el aislamiento preventivo social y obligatorio.

Uno de los estratos que más se vio afectado por esta decisión fue el educativo. A tan solo dos semanas de iniciadas las clases en el nivel primario (una en el secundario), desde el gobierno nacional se decretó el cierre de los establecimientos, “empujando” tanto a profesores, alumnos, padres y directivos a repensar la manera de enseñar desde sus respectivos hogares.

Para poner un poco la situación en contexto, en lo que se refiere a la ciudad de Mercedes y cerrando el abanico de posibilidades solo a la educación pública, un total de 17 mil alumnos (lo que diariamente conlleva a la movilización de más de 20 mil personas, sumando a los padres y profesores según los datos proporcionados desde la jefatura distrital) hoy ya no se ven en las calles. Pero el mundo que se “esconde” detrás sigue funcionando y lo hace gracias al movimiento de muchos que sostienen el sistema y buscan superar esta nueva etapa de enseñanzaza y aprendizaje.

Esto conlleva a reparar en cuestiones que hasta hace unos días atrás no se tenían muy en cuenta. La principal de ellas es la conectividad y el acceso a internet, herramienta principal para poder mantener el sistema en la actualidad. La situación “desnudó” las posibilidades de acceso a las nuevas tecnologías, planteando una problemática a la hora de entrar en cada casa. Por otra parte, se le suma el rol de la escuela como institución social, la cual siempre estuvo ligada tanto a la transmisión de saberes como a la contención social. Esta última característica, cobró una mayor relevancia en estos tiempos de pandemia donde la necesidad de poder resolver las problemáticas sociales de cada familia se agudizaron, porque ya no es necesario solo llegar a la escuela, ahora cada casa debe contar con una cierta disponibilidad tecnológica para acceder a los contenidos, al igual que cada padre tiene que devenirse en “maestro” para poder contener a sus hijos y acompañarlos para no perder el contacto con la institución.

Al respecto de como se re organizan los establecimientos educativos desde sus casas, es necesario entender que no todos poseen la misma realidad. Cada escuela es un mundo a parte.

Romper con lo establecido

La institución educativa es uno de los últimos reductos que se mantiene en pie, casi de la misma manera que cuando fue creada, aún hoy en día sirve como núcleo para “ordenar” a una gran parte de la sociedad moderna. Aquellos que tuvimos la posibilidad de pasar por un aula, conocemos como son las formas de las cursadas, las metodologías

que se llevan a cabo y, sobre todo, la función social que desempeña la cual es cada vez más potente y va más allá de una simple transmisión de saberes. En la actualidad, no solo se ocupan de la parte educativa, sino que muchas de ellas se convirtieron en comedores y merenderos sociales.

Pero todo eso funciona en un lugar común, el edificio. Ahí se buscan las alternativas, se los equipa para poder solventar las deficiencias que hay en cada casa, existe la posibilidad de crear un lugar aparte para llegar a los estudiantes y mantenerlos dentro del sistema.

A 46 días del ASPO, la escuela perdió su reducto principal y se ve obligada a una transformación profunda. “Esta fue una actividad que se ha caracterizado siempre por la presencialidad. Recién a niveles universitarios se ha desarrollado mucho la modalidad virtual, pero en lo cotidiano, ha sido de tipo presencial, esto está siendo un desafío para todos” sostuvo Sabrina Bilbao, directora de la unidad académica de la Escuela Normal, la cual abarca cuatro niveles educativos: inicial, primaria, secundaria y superior. A su cargo, Sabrina tiene más de 1.500 alumnos, sumando 200 profesores de secundario, más otros 80 profesores del nivel superior. “Nos encontramos ante un panorama sin precedentes. Cada nivel, en función del conocimiento de sus alumnos fue diagramando diferentes estrategias. Hay un contacto constante y permanente entre las familias, los docentes y los equipos directivos de cada nivel. En el caso de secundaria, hay más diversidad de docentes y hay que atender a las necesidades de cada familia” comentó.

Lo mismo le sucede con la escuela EES Nº 3 Florentino Ameghino (Ex Colegio Nacional) en la cual su directora Miriam Ávila está a cargo de 780 chicos y chicas de nivel secundario. “Uno se pone en la piel del otro todo el tiempo, la necesidad de ser empático. Estamos en pleno contacto, escuchando las problemáticas de los docentes, familias, alumnos y ver de que manera poder ayudarlos, aliviar la situación, es un trabajo social muy importante el que tiene la escuela en este momento” manifestó Miriam.

En base a la experiencia que propone la situación, varias son las estrategias que se plantean desde la dirección para poder mantener el sistema educativo “de pie”. Asimismo, cada escuela tiene su particularidad, sus objetivos y su espectro social específico de acuerdo a la realidad de su matrícula. De todos modos, hay un denominador común que se puede ver en todos los niveles, el acompañamiento a las familias y la necesidad de mantenerse en contacto con los estudiantes. Se podría decir que este es el foco principal que hoy en día mueve la educación, replantearse tanto la manera de llegar a los chicos y mantener el acompañamiento social que se dificulta ante la posibilidad de no poder tener un “lugar de encuentro” en común.

“Estamos intentando diseñar actividades donde los chicos puedan intervenir solos y no requerir tanta ayuda de la familia. Algunas tienen muchos hijos y los padres no pueden sentarse con cada uno de ellos a ayudarlos. No vamos a poder llevar los contenidos como lo hacíamos presencialmente, entonces lo vamos haciendo en medida de las respuestas que nos llegan o de los problemas nuevos que van surgiendo. Es un desafío que tenemos para repensar la manera de educar” manifestó Carla Desanzo, directora de la EEST Nº 2 de Gowland. Conjuntamente agregó que “se suma el miedo de cada familia a que el chico no pueda hacer los trabajos y corra el riesgo de repetir o perder el año, es necesario poder llevar tranquilidad. Nadie quiere aplazar un chico porque no sabemos bajo la realidad en la que está inmerso. Más bien es intentar crear un nuevo punto de partida para cuando volvamos”.

La era de las pantallas

Buscando un lugar desde encontrar el optimismo, se puede decir que esta situación surgió en un momento donde la tecnología convive cada vez más en nuestras vidas. Esta realidad realza la posibilidad de “mantener” la actividad, pero también desnuda una situación que hasta el momento no se tenía muy en cuenta en este contexto educacional. La accesibilidad no es igualitaria en todos los niveles sociales, y siempre se intentó solventar desde el propio establecimiento, equipando las aulas, entregando computadoras a los estudiantes a fin de “incorporarlos” al sistema tecnológico que rige en siglo XXI.

Pero esta trasformación forzada hacia la educación a través de una pantalla, revolucionó la sociedad educativa y sumó una nueva problemática. La necesidad de adaptación por un lado y la posibilidad de acceso por otro.

“Por ejemplo en nivel inicial se organiza con entregas semanales a través de Whatsapp. Cada sala tiene grupo de papas coordinados por las maestras y la directora. También se hace mucho uso de la plataforma digital ABC, la cual tiene recursos que realmente esta muy bien preparada, al igual que los cuadernillos de continuidad pedagógica. En primaria también se manejan mucho con grupos de whatsapp o se realizan videollamadas” sostuvo Sabrina Bilbao, comentando la situación del Colegio Normal.

Hoy en día, el celular permite nuevas formas de comunicación, y se utilizan diversas plataformas que son explotadas por los docentes. No obstante, estas posibilidades limitan (como ya era sabido) no solo el contacto diario con los alumnos, sino también deja afuera a aquellos que no tienen la posibilidad de acceso a estas tecnologías.

Por su parte, en la EEST N° 2 de Gowland, la cual se la denomina rural, la realidad de sus estudiantes difiere en relación con las del centro de la ciudad. “El tema de la accesibilidad no es nuevo, siempre tuvimos la problemática de que los chicos puedan llegar a la escuela, en principio por los caminos que dificultan el acceso, (algo que se ha ido mejorando mucho en los últimos tiempos). Hoy aparece la accesibilidad a las tecnologías, y eso nos complica bastante. No todo el mundo puede tener una conectividad a internet, de hecho, más del 50% de nuestro alumnos no la tiene y se manejan con teléfonos con carga de datos. Nosotros teniendo a los chicos 8 horas dentro de las escuela, con toda la infraestructura se facilita la actividad pedagógica, pero en este momento en que estamos todos en casa, la situación cambia mucho, porque las realidades son distintas y no podemos llevarle esa infraestructura a las casas. Algunos solo tienen un teléfono y sin conectividad a una red wi-fi” comentó Carla Desanzo, directora del establecimiento.

A todo esto, se suma la falta de contacto entre profesor y estudiante, la cual es un de los pilares de la actividad educativa. Hoy son los propios padres los que “mantienen” la educación en cada casa, acompañados por los profesores quienes se volcaron a la disponibilidad las 24 horas. “La prioridad es acompañar a los estudiantes, a la familia y a nosotros como docentes, porque toda esta situación ha movilizado a todos, eso nos obliga a reinventarnos para ver cómo llegamos al alumno, para no ser una carga más para ellos” sostuvo Miriam Ávila, quien además es profesora de Historia. “Yo creo que estamos en un momento histórico de la educación, así como lo fue la Ley 1.420 con la primaria obligatoria, es un quiebre, tenemos que aggiornarnos a toda esta tecnología, transmitir lo que sabemos, captar al otro de una manera distinta” agregó.

Por otra parte, también se busca el apoyo y acompañamiento mediante los cuadernillos que entrega el Gobierno Nacional, los cuales son distribuidos de la misma manera que se reparten los bolsones de comida, para aquellas escuelas que mantienen los comedores y merenderos, sumamente necesarios en esta situación de vulnerabilidad social.

Trasformar para seguir adelante

El trabajo que empeñan tanto directivos, profesores, alumnos y padres, lleva a la necesidad de encontrar una salida positiva de toda esta situación. Más allá de que hoy no existe la certeza de cuando se retomarán las clases de manera presencial, si hay una mirada común a que esta forma de educar, va a cambiar la mirada en el futuro. “Esto es lo que nos toca, por lo que uno tiene que reinventarse, aprender y creo que vamos a sacar cosas muy buenas de esta situación “sostuvo Miriam al respecto.

“Esta situación nos atraviesa demasiado y todavía nos falta gran parte por transitar. Pero las clases no están suspendidas y todos estamos haciendo un gran esfuerzo, las familias principalmente” agregó Carla Desanzo.

Cuando todo esto pase y las aulas vuelvan a estar llenas de estudiantes, la escuela buscará la manera de seguir adelante pese al caos que vive en la actualidad y retomar las actividades bajo una nueva mirada, la cual involucrará a toda la comunidad educativa.

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