Un grupo de periodistas locales y trabajadores de los medios se reunieron en torno al afiche gigante que se colocó en la puerta del diario El Oeste • A 26 años del crimen de José Luis Cabezas se reclamó por continuar visibilizando la necesidad de la libertad de expresión y el respeto hacia los trabajadores de los medios de comunicación.
Este miércoles por la mañana se llevó a cabo un nuevo acto a 26 años del asesinato de José Luis Cabezas.
Convocados en la esquina de calle 33 y 28, un grupo de periodistas locales y trabajadores de los medios se reunieron en torno al afiche gigante que se colocó el pasado 7 de junio en conmemoración del día del periodista.
En esta oportunidad, al cumplirse un nuevo aniversario del asesinato del fotógrafo argentino, la convocatoria estuvo abocada al recuerdo de su persona bajo el popular “No se olviden de Cabezas” sumado a una lectura de palabras alusivas por parte de los periodistas autoconvocados.
Entre otros puntos, se remarcó que “fue víctima de un poder macabro que, manteniéndose en las sombras, manejaba las marionetas a su antojo”.
Además, se añadió que “tu muerte marcó y dio a conocer pública y abiertamente el inicio de la violencia, que hoy es moneda corriente. Para masacrarte buscaron un lugar aislado y oscuro, allá en Pinamar, se escondieron, lo hicieron arteramente, entre las sombras, con sigilo, a sabiendas del aberrante crimen que estaban cometiendo, del mensaje que estaban enviando”.
Como parte de la convocatoria, se realizó un minuto de silencio en recuerdo de José Luis Cabezas sumado al pedido de continuar visibilizando la necesidad de la libertad de expresión y el respeto hacia los trabajadores de los medios de comunicación.
No se olviden de Cabezas
José Luis Cabezas, reportero gráfico de la editorial Perfil, fue asesinado en la madrugada del 25 de enero de 1997 en Pinamar, Provincia de Buenos Aires. Su cadáver esposado, con signos de haber sido ferozmente golpeado y con dos disparos en la cabeza, fue encontrado dentro de su vehículo incinerado.
Al momento de ser asesinado, cubría la temporada para el semanario Noticias en el centro de veraneo de la clase política y empresarial. Su seguimiento y secuestro se produjo a escasos 80 metros de la residencia del entonces gobernador de Buenos Aires, al retirarse de una concurrida fiesta ofrecida por un importante empresario.
Si bien las instituciones se ocuparon formalmente del caso, la realidad demostró que sólo luego de la movilización de la población civil comenzó a conocerse lo ocurrido. En efecto, la investigación estuvo signada por una inadmisible injerencia del poder ejecutivo provincial en cada uno de los pasos dados; por una sorda lucha de facciones policiales corruptas, que sembraron el expediente de pistas falsas; por una pelea política entre los entonces hombres fuertes de la política argentina, Carlos Menem y Eduardo Duhalde, (quienes se desempeñaban como presidente de la Nación y gobernador de la provincia de Buenos Aires respectivamente); y por último, por las presiones de Alfredo Yabrán, importante empresario telepostal, quien poseía importantísimo respaldo político y económico para esa época.
La constancia de la movilización, el amplio arco social que dio su apoyo a las instituciones que buscaban el esclarecimiento del hecho, y la inserción de esta lucha en diversos reclamos populares en defensa de las instituciones democráticas y por la consolidación de la justicia, obligó a un aparato estatal reticente a dar diversas vueltas de tuerca en la investigación.
