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miércoles, abril 24, 2024
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Un pueblo al costado de la vía

Los vecinos se organizan para poder salir adelante en un pueblo que busca nuevos horizontes • El turismo y la solidaridad se proponen como el principal sostén para el futuro • Una estación de trenes recuperada brinda diferentes alternativas y funciona como base de operaciones en una sociedad organizada.

El viernes por la noche, los vecinos de Altamira realizaron una olla popular para todo el pueblo. Desde el medio día, se fueron juntando en el predio recuperado de la antigua estación donde solía pasar el ferrocarril Belgrano, hoy devenido en centro cultural y principal lugar de operaciones para todo lo que se emprende allí.

Son varias las personas que llevan adelante estas tareas: ya sea un guiso popular como así también los distintos emprendimientos que fueron logrando en este último tiempo, como los que tienen por delante. Hace más de 20 años que el tren ya no pasa pero desde que se logró recuperar la estación, la actividad no se detiene. El inmenso predio que se encuentra al costado de la vía, ha sido transformado por los vecinos para realizar distintos eventos y aún hoy continúan con esta tarea para poder brindar más propuestas.

Altamira es parte de la zona rural del partido de Mercedes y supo crecer en principio por la llegada del tren (como varios pueblos de la provincia de Buenos Aires) y luego por la fábrica de cerámicas (Corinema) que supo instalarse en la década de los 90. Hoy en día, nada de eso se mantiene. El tren ya no pasa y de la fábrica solo queda una estructura abandonada, pero la organización que se fue creando por parte de los pobladores, sumado a la solidaridad de todos, hacen creer en nuevas oportunidades para poder salir adelante.

Organización y solidaridad

Sobre una mesa de madera bajo el sol de la tarde, se disponen para cocinar y preparar una olla popular para el pueblo. Desde el inicio de la pandemia es la segunda que se realiza. Antes ya habían hecho una buseca y ahora era el turno del guiso.

Poco a poco se comenzó con los ingredientes, verduras, carne, todo donado por los propios pobladores que contribuyen aportando gratuitamente lo que producen para poder darle de comer a más de 400 personas.

“Cada persona tiene una tarea diferente, hay un grupo organizado, tenemos los cuatro puntos cardinales del pueblo cubiertos telefónicamente, sabemos quien no tiene acceso para poder entrar o salir los días de barro por una emergencia, hay una camioneta que está dispuesta siempre para poder brindarle ayuda siempre a cualquiera que lo necesite” contó Damián “El Vasco” Lacoste, ex presidente de la Sociedad de Fomento de Altamira y uno de los referentes de la zona.

Esta organización es común entre los vecinos de Altamira. La producción local se reparte, se intercambia por otra a modo de trueque, mientras que también se colabora con las distintas actividades. La transformación que se hizo en el predio de la estación, permite realizar varias cuestiones vinculadas a lo cultural. Hoy en día existe un campo de destrezas criollas, el escenario que se montó para el Altamira Rural Rock que este año no pudo llevarse a cabo, el desmonte que se realizó para la creación de un camping local y albergar a los viajantes, el futuro proyecto para realizar un teatro en los galpones del ferrocarril, sumado al mantenimiento edilicio e histórico de la estación en sí, no solo por lo que representa como edificio, sino también en la conservación de los documentos de la época en los que pasaba el tren (archivo fotográfico, mapas) como los artefactos utilizados por los trabajadores del área, los cuales pueden verse exhibidos a modo de museo local.

“En principio acá no había una organización de nada. Pero desde que se pudo recuperar la estación y se demostró de que lo que éramos capaces, comenzamos a pisar fuerte como Sociedad de Fomento. Vas a cualquier casa del pueblo y te reconocen el trabajo, somos un eslabón necesario entre el municipio y el pueblo. Acá siempre se trato de conectar a los vecinos con cada ente para poder llegar a los objetivos” sostuvo “El Vasco”.

“Acá las alternativas para poder subsistir son a veces superiores a los que tiene la gente en la ciudad. La solidaridad de la gente y el hecho de poder vivir en la zona rural, con tierras, animales, huerta hace más fácil el hecho de poder comer todos los días, pero lo que siempre nos costó más es el hecho de que llegue la infraestructura” agregó.

Esa organización también puede verse en la preparación del guiso. La mayoría de ellos son vecinos que van llegando a la estación y acercan su voluntad al servicio del objetivo. Gente de la zona que les gusta participar, que se conocen y que ayudan para poder realizarlo. Varios van cortando las verduras y la carne, preparan los fuegos, higienizan las ollas, mientras que los cocineros “organizan” el trabajo para poder tener todo listo para la cocción. Claramente no son un grupo de expertos, sino más bien una suma de voluntades que se predisponen para que todo salga de la mejor manera posible. Además en el correr de la tarde, algunos pasan a ver que se necesita y vuelven a sus trabajos diarios, se van sumando cada vez mas para que a las 7 de la tarde, las familias puedan acercase para llevar un plato de comida caliente a sus casas.

El tren de las oportunidades

La estación de Altamira no deja de ser una estación de tren. Las vías de la Trocha angosta que supo unir la Capital Federal con Bolivia a comienzo del siglo XX siguen estando ahí y, en los últimos tiempos, se viene trabajando desde varias áreas para que el tren vuelva a pasar.

Obviamente no haciendo el mismo recorrido ni cumpliendo la misma función, sino que trae una nueva oportunidad para la zona, el turismo. Este proyecto pretende realizar un paseo por las distintas localidades del partido de Mercedes, con el centro en la estación de la Trocha y pasando por localidades como Altamira, La Verde y Tomás Jofré.

Para esto, los vecinos de Altamira ya se vienen organizando desde hace tiempo, manteniendo no solo la estación, sino también los terrenos aledaños a las vías y organizándose para poder mostrar lo que su pueblo tiene para ofrecer.

Esta oportunidad turística abre una nueva etapa, en la que ya no se dependa de los comercios basados en la comunicación que brinda el ferrocarril o la posibilidad de dar trabajo mediante una fábrica. “Es la industria sin chimeneas” como la define Lacoste a los que se apunta. Para ello se están llevando adelante varias propuestas como la posibilidad de una feria de productores locales que puedan poner sus puestos a la vera de la estación, un proyecto para realizar un “mini” tambo y vivenciar el ordeñe de la leche y la posterior pasteurización para la cual ya tienen la maquinaria y concluir la propuesta con el disfrute de aquellos que lleguen en el tren para pasar un día de campo al aire libre en el predio.

Esta oportunidad no solo fortalecerá el trabajo de los productores locales de la región, sino que también busca darle una identidad propia a Altamira, basada principalmente en sus costumbres, su comida y su gente.

Conjuntamente, desde la Sociedad de Fomento también se viene trabajando en la posibilidad de crear una feria virtual de productores para que puedan ofrecer sus productos y potenciar el trabajo local.

Nuevamente, la llegada del tren vuelve a traer más oportunidades para todos, las cuales se terminan potenciando gracias a la organización con la que hoy cuenta el pueblo. Esto se suma a lo que ya vienen haciendo en materia turística, como el Altamira Rural Rock para el cual se montó un gran escenario para este 2020, el cual finalmente no se pudo realizar por la pandemia, pero que está ahí, esperando su estreno para el 2021, al cual se le sumará el predio de camping que se viene realizando y que será utilizado para aquellos que se acercan de zonas cercanas y no tanto a disfrutar de dos días de rock. También el campo de destrezas criollas que se utiliza en la fiesta del pueblo y la posibilidad de llevar a cabo un guiso multitudinario el cual pretenderá ser “el más grande del mundo”.

En estos últimos tiempos, la zona fue variando y buscando esos nuevos horizontes productivos, intentando girar hacía el área turística como una de sus mayores iniciativas.

La olla popular

Cerca de las 7 de la tarde el guiso estaba listo. Las dos ollas calientes se encontraban fuera del fuego a la espera de los vecinos. Poco a poco, con la caída de la noche se fueron acercando con sus recipientes para disfrutar del trabajo solidario.

Tanto la gente del propio pueblo como de localidades vecinas se iban acercando para llevar un plato de comida a sus mesas. Los presentes iban sirviendo y algunos se quedaban a compartir un rato. Otros, traían el encargo para llevarlo a sus vecinos más cercanos. Todo el pueblo comió en la noche del viernes de esta olla popular que se organizó desde temprano para “mostrar” y reafirmar la necesidad de estar al lado del otro.

“Para mí hoy hacer el guiso es más importante que el resto que tenga que hacer. Porque me junto con mí gente y lo hacemos para ellos. La solidaridad une a las personas y demuestra quienes querés que estén al lado tuyo” concluyó Lacoste.

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